
En numerosas ocasiones y por parte de muchas personas he escuchado decir lo importante que es la “experiencia” por lo que te enseña y por la perspectiva que de lo vivido te hace tener.
Para mi, la experiencia que me han dado mis diecisiete años de vida, ha sido principalmente importante para saber valorar algo tan vital en la existencia de cualquier ser humano como es la familia.
En mis momentos de intima reflexión me pregunto que seria de nosotros sin nuestra familia. Sinceramente creo que no soy capaz de llegar a imaginarlo pues solo el pensarlo me causa tal vacío y tristeza que inmediatamente vienen a mi corazón, por una parte un sentimiento de solidaridad al pensar en las personas que puedan estar sufriendo esa situación y por otra un sentimiento de profundo agradecimiento a Dios por haberme concedido el estar en el lado de los que si la tienen y la disfrutan.
He escuchado con frecuencia, de mis padres, que en la vida, entre otras muchas cosas hay “una” extraordinariamente importante y sin la cual la vida perdería todo su sentido: la familia. Siempre me acaban diciendo que ellos lo saben por experiencia propia, porque su mayor experiencia, consecuencia lógica de su mayor edad, les ha enseñado que la escala de “valores” y la importancia que le damos a las cosas va cambiando a lo largo de la vida y a medida que pasan los años.
En ese cambio van pasando a un segundo plano de forma progresiva y continuada todos los objetivos personales de carácter material, (que lógicamente también son necesarios y que hay que tener en la vida) para dar un protagonismo absoluto a todos los sentimientos y valores morales y espirituales.
Tras pensar y reflexionar mucho sobre ese comentario y desde la experiencia de mi corta edad, me he dado cuenta que verdaderamente mi escala de valores también va cambiando, y lo hace para valorar cada día más a mi familia y lo que ella supone en mi existencia, familia que aporta todo a mi vida, ganas de vivir, seguridad, felicidad y sobretodo la tranquilidad de saber que ellos, mi familiares siempre estarán ahí brindándome su apoyo y en caso necesario recibiendo la ayuda de todos los que la componen, mis padres, hermano, abuelos, tíos, primos... y lógicamente en un futuro mi pareja y mis hijos.
Son tantos los sentimientos que cada uno de ellos despiertan en mi ( cariño, respeto, bondad, ternura, alegría, optimismo, etc) que necesitaría muchos folios para poder describirlos todos.
Por ello, hoy no puedo entender que la experiencia derivada de los muchos años vividos por algunos de nuestros gobernantes y de otras personas de su entorno ( periodistas, supuestos intelectuales, artistas, etc.), no les haya enseñado todo esto que yo he comprobado en tampocos años y que por el contrario defiendan y propongan a la sociedad hechos y posturas que significan todo lo contrario, es decir su deterioro y desaparición.
Cuando lo que tenemos que hacer todos y sin lugar a dudas, es fomentar y cuidar cada vez mas la institución familiar, desde una sociedad que se autodetermina progresista, cada vez mas deshumanizada, menos comprensiva y carente de todo sentido común, se fomentan posturas y hechos como el aborto o el divorcio que van en sentido absolutamente opuesto y que llevarán si los jóvenes de nuestro tiempo no lo evitamos a su destrucción futura.
Ayer mi padre, me aconsejó leer un artículo publicado en el diario Córdoba y escrito por un amigo suyo y conocido mío, catedrático de nuestra universidad D. José Javier Rodríguez Alcaide, que hacia una reflexión sobre, precisamente el aborto, y en su lectura me impactó muchísimo una frase aparentemente simple pero realmente cargada de una profundidad tal que me marcó y me hizo no parar de pensar y darle vueltas, y que más o menos venía a decir :
“ si destruimos a nuestros posibles hijos con el aborto quien nos acompañará el día de mañana al cementerio “.
¡Cuanto contenido y cuantas cosas significa esa frase!; pero creo que fundamentalmente vuelve a lo mismo, a lo importante que es en el presente nuestra familia actual y lo importante que será en el futuro la nueva familia que al alrededor de cada uno de nosotros surgirá y cuyo eje fundamental serán nuestros hijos.
Por ello y para finalizar me gustaría explicar el por que del título de mi artículo:
“ EXPERIENCIA, FAMILIA Y JUVENTUD”
Tres palabras que en este asunto son totalmente necesarias y complementarias, en el sentido de que no podemos dejar de aprovechar la “EXPERIENCIA” que cada día vivido nos proporciona, para fomentar y fortalecer en todas sus posibilidades a la “FAMILIA” y en el sentido también de que debemos sacar partido a nuestra “JUVENTUD”, porque es ella la que nos va a proporcionar el tiempo suficiente y necesario para intentar cambiar una “sociedad” que en este momento ha perdido el rumbo y que equivocadamente anima y fomenta actitudes y posturas como las ya mencionadas del aborto o el divorcio, dirigidas única, exclusiva y directamente a acabar con la institución familiar y como consecuencia con la destrucción de la misma.
SILVIA PIEDRA FERNANDEZ
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