
Si nos paramos a pensar cuál es la imagen del cuerpo de la mujer que los medios de comunicación nos han vendido, nos damos cuenta enseguida de que no se corresponde con la imagen real de la dignidad de la persona que toda mujer posee. Por lo tanto, podemos decir que, por desgracia, la imagen del cuerpo de la mujer que se acepta en estos momentos es la de mujer-objeto.
Dicha imagen es realmente humillante, puesto que ¿a quién le gusta ser considerado un objeto? A nadie, por supuesto. Todos queremos que se nos trate como personas y que se nos valore como tal, sin tener en cuenta la atracción estrictamente sexual. Además, no hemos de olvidar que nuestro cuerpo es parte de nuestra persona, una persona que tiene alma y, por tanto, no es un simple objeto sexual.
No obstante, si la mujer quiere ser respetada, ella también ha de poner de su parte: debe vivir el pudor que consiste en presentar el carácter personal del cuerpo, lo cual nos lleva a protegerlo con medidas como cuidar nuestra forma de vestir. En cambio, el hombre sólo se dedica a seguir las directrices que la sociedad le impone y pone por encima de la dignidad humana, su instinto, es decir, tiende a comportarse como el animal que es. Por eso, las mujeres debemos ser precavidas.
Por otro lado, deberíamos reflexionar sobre la siguiente cuestión: ¿ es más importante el cuerpo que la forma de ser y el carácter de una persona? Definitivamente, no. Aunque es cierto que el culto al cuerpo está muy de moda últimamente, lo verdaderamente esencial es su personalidad, que le otorga unos valores por los que atrae como persona.
Pero, entonces, ¿es que nos han vendido una imagen falsa, inadecuada e incompleta? Sí, amigos míos, hemos sido engañados. Por eso, es importante darnos cuenta del engaño y reconstruir una imagen de mujer más completa y verdadera, una imagen que se adapte mejor al sentido común que procede de pensar por nuestra cuenta y no dejarnos influir por la publicidad.
Marina Valdenebro
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